martes, marzo 25, 2008

Tres años juntos

Tres años ya. Han pasado como un suspiro. Un suspiro dulce y hermoso. Tres años juntos y quiero otros tres más y otros tres más y otros tres más...Dentro de poco, empezaremos a compartir el día a día, inaugurando una nueva etapa en nuestras vidas. Y en un año, tres meses y dos días...Dejemos que imaginen mis lectores(si es que alguien me lee).
Ahora estoy atravesando un período de incertidumbre y para un tío tan inseguro como yo, tales períodos siempre me hacen sentir un poco mal. Nadie sabe lo que va a pasar en el futuro y a mí eso me afecta especialmente. Cuando se tiene una base segura, mirar al futuro no da tanto miedo pero cuando no se tiene...Ahora uno de mis pocos puntales sobre los que apoyarme eres tú. Tú me estás dando ánimos para pasar esta(espero) breve fase de inseguridad. Tú me haces ver que el futuro puede ser radiante. Conforme voy escribiendo estas líneas, más claro lo tengo. Mi futuro eres tú. Sólo tú. Y a eso no le tengo ningún miedo.
Tres años, amor. Te quiero.

jueves, marzo 13, 2008

Un día de Marzo cualquiera...

Hoy es un día de marzo cualquiera
vestido aún de invierno
ansioso de primavera
tan inquieto y tan tierno,
esperándola en la acera...

jueves, marzo 06, 2008

Un poema de Miguel Labordeta (y otro breve de Miguel Hernández de regalo)

Mataos.
Pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cuna.
Invadid con vuestro traqueteo los talleres, los navíos, las universidades,
las oficinas espectrales donde tanta gente languidece.
Triturad toda rosa, hollad al noble pensativo.
Preparad las bombas de fósforo y las nupcias del agua con la muerte…
Inundad los periódicos, las radios, los cines, las tribunas,
pero dejad tranquilo al obrero que fumando un pitillo
ríe con los amigos en aquel bar de la esquina.
Asesinaos si así lo deseáis.
Exterminaos vosotros: los teorizantes de ambas cercas
que jamás asireís un fusil de bravura.
Asesinaos pero vosotros los inquisitoriales azuzadores de la matanza…

Pero dejad tranquilo a ese niño que duerme en una cuna,
al campesino que nos suda la harina y el aceite,
al joven estudiante con su llave de oro,
al obrero en su ocio ganado fumándose un pitillo
y al hombre gris que coge los tranvías
con su gabán roído a las seis de la tarde.
Esperan otra cosa.
Los parieron sus madres para vivir con todos
y entre todos aspiran a vivir: tan sólo esto.
Y de ellos ha de crecer
si surge una raza de hombres y mujeres con puñales de amor inverosímil hacia
otras aventuras más hermosas.

En vísperas de la guerra de Irak, en el congreso de los diputados, cuando un sanguinario iluminado soñaba con ponerse a la altura de los USA apoyando su guerra ilegal(todas lo son), cuando un prepotente se creía "amigo de Bush" simplemente por hacerle la pelota y convertirse casi en su súbdito, cuando ese infame abocaba a todo un páis a una guerra que trairía catastróficas consecuencias para España (véase el 11-M), justo en ese instante, otro hombre, sencillo, con la única arma de su voz y de la palabra, subió al estrado y recitó este poema. Ese hombre era(es) José Antonio Labordeta. Leyó un poema de su hermano, insigne poeta aragonés, para denunciar los crueles que son las guerras, lo tristes que son...ya lo dijo otro gran poeta, Miguel Hernández, en un breve pero intenso poema: "Tristes guerras":

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.

Tristes armas
aino son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.

martes, marzo 04, 2008

"L'estaca" de Lluis Llach

L'ESTACA
L'avi Siset em parlava
de bon matí al portal
mentre el sol esperàvem
i els carros vèiem passar.

Siset, que no veus l'estaca
on estem tots lligats?
Si no podem desfer-nos-en
mai no podrem caminar!

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l'estiro fort per aquí
i tu l'estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

Però, Siset, fa molt temps ja,
les mans se'm van escorxant,
i quan la força se me'n va
ella és més ampla i més gran.

Ben cert sé que està podrida
però és que, Siset, pesa tant,
que a cops la força m'oblida.

Torna'm a dir el teu cant:

Si estirem tots, ella caurà...

Si jo l'estiro fort per aquí...

L'avi Siset ja no diu res,
mal vent que se l'emportà,
ell qui sap cap a quin indret
i jo a sota el portal.

I mentre passen els nous vailets
estiro el coll per cantar
el darrer cant d'en Siset,
el darrer que em va ensenyar.

Si estirem tots, ella caurà...

Si jo l'estiro fort per aquí...

LA ESTACA(L'ESTACA)

El viejo Siset me hablaba
al amanecer, en el portal,
mientras esperábamos la salida del sol
y veíamos pasar los carros.

Siset: ¿No ves la estaca
a la que estamos todos atados?
Si no conseguimos liberarnos de ella
nunca podremos andar.
Si tiramos fuerte, la haremos caer.
Ya no puede durar mucho tiempo.
Seguro que cae, cae, cae,
pues debe estar ya bien podrida.
Si yo tiro fuerte por aquí
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,
y podremos liberarnos.

¡Pero, ha pasado tanto tiempo así !
Las manos se me están desollando,
y en cuanto abandono un instante,
se hace más gruesa y más grande.

Ya sé que está podrida,
pero es que, Siset , pesa tanto,
que a veces me abandonan las fuerzas.
Repíteme tu canción.

Si tiramos fuerte...

El viejo Siset ya no dice nada;
se lo llevó un mal viento.
- él sabe hacia donde -,
mientras yo continúo bajo el portal.

Y cuando pasan los nuevos muchachos,
alzo la voz para cantar
el último canto que él me enseñó.

Si tiramos fuerte...

"L'estaca" de Lluis Llach, compuesta en 1968. Creo que la metáfora desarrollada en esta canción es muy poderosa. A partir de 1975, nos pudimos librar de esa estaca a la que estábamos atados pero todavía quedan algunos que quieren hacer las cosas "por huevos" o que ciertos procesos que deberían ser democráticos fuesen como "paseos militares" Pues para todos ellos, un estacazo bien fuerte. Y para los demás, justicia, paz y libertad, sin ira, libertad...

lunes, marzo 03, 2008

"Vientos del pueblo me llevan" de Miguel Hernández

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,

impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,

que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo

sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Asturianos de braveza,

vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes

está despuntando el alba.
Los bueyes mueren vestidos

de humildad y olor de cuadra;
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.
Si me muero, que me muera

con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.
Cantando espero a la muerte,

que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

"Vientos del pueblo" de Miguel Hernández, escrito durante la Guerra Civil. La fuerza de este poema es increíble y a pesar de los años no ha perdido ni un ápice de vigor ni de energía. ¡Pobre Miguel! Apenas viviste 31 años, no te dejaron vivir más, no te dejaron escribir más. Puta guerra, puta dictadura, puto fascismo ¡y que todavía hay algunos que no condenen uno de los peores períodos de la historia de este país!...es más, alguno de ellos se atreve a decir que fue "una época confortable". Es que sólo por escribirlo, ya se me enerva la sangre. Sí, es cierto, no viví la dictadura pero quedan los testimonios de tanta gente que sufrió. El mismo Miguel Hernández por ejemplo. Otro día pondré algún poema de su "Cancionero y romancero de ausencias" y comprenderéis lo que es estremecerse al leer un poema.